Mi lugar ¿es mi lugar?

El espacio físico que se utiliza para la práctica de Yoga suele ser un lugar diáfano, sin demasiadas marcas o señales que condicionen al practicante. Sin embargo, en muchísimas oportunidades ocurre que al poco rato de permanecer en él, el practicante se identifica con una sola porción de ese espacio físico a la que  luego quiere regresar como si le perteneciera.

Como ocurre en casi todos los ámbitos de la vida, también en esta situación, se manifiesta el apego. No es que esto le ocurra a una o dos personas, es algo generalizado y bastante típico. Luego de haber realizado una primera práctica en un determinado lugar, es muy probable que en la siguiente busquemos repetir el lugar físico dentro de la sala, instalándonos en ese rincón que elegimos, como si siempre hubiésemos estado allí.
“Este es mi sitio” es lo que suele escucharse. Y es notable cómo algunas personas dan rodeos increíbles hasta llegar a estar otra vez en ese punto del universo, desplazando a los otros o simplemente adelantándose todo lo posible para ser el primero. Esta situación es interesante ya que puede ayudarnos a entender cómo el apego se manifiesta de manera casi absurda en algo tan poco productivo como definir un lugar fijo e inamovible para la práctica, aún cuando podríamos experimentar la sesión en un lugar diferente cada vez, enriqueciéndonos con la experiencia.
Quizá sea interesante estar atentos a las malas sensaciones o vibraciones para determinar en qué lugar no queremos estar, porque si algo así ocurre nos sentiremos propensos a desequilibrarnos y nos costará armonizarnos durante la clase. Pero, si no hay razón aparente para mantener siempre el mismo sitio en el salón ¿Por qué hacerlo? ¿Por qué no jugar y cambiar de sitio como si cambiásemos de experiencia cada vez?

Practicar el desapego.
Como parte de la práctica del desapego es interesante tener en cuenta la posibilidad de no caer en rutinas innecesarias que nos impidan enriquecernos. Cada vez que tengamos la posibilidad de modificar nuestra percepción y realizar nuestra práctica más allá del entorno estaremos fortaleciendo nuestra experiencia y soltando ridículos amuletos como un rincón, de un espacio físico que no nos pertenece.
De esta misma manera, más allá de la clase de Yoga, durante el resto del tiempo, esta situación se repetirá muchas veces. El camino que tomamos para ir de un sitio a otro, las rutinas que adoptamos para hacer determinadas tareas, nos pueden dar la clave de cuántas veces nos identificamos con elementos externos creando una idea del mundo en la que luego quedamos atrapados.

Por eso mi propuesta este año es recorrer, con la compañía de mis alumnos y de los que se sumen nuevos salones, nuevas experiencias, para valorar lo que se tiene, para conocer nuevas sensaciones, para saber que se puede elegir y nada es fijo en esta bella vida.
Rompiendo estructuras!!!!


Paula G. Drach Bel - Swamini Annapurna
Grand Master en Yoga - 2945 413930

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