LA RESPIRACIÓN ES LA INTELIGENCIA DEL CUERPO.

Permítanos investigar más a fondo la posibilidad de sentir la respiración mientras se mueve afuera y adentro. Al hacer esto, la calidad de nuestra respiración mejora en forma gradual cuando practicamos asanas.
Cuando ejercitamos un asana, nuestra atención debería dirigirse hacia un punto central del movimiento de la respiración. Por ejemplo, la acción principal cuando inhalamos se mueve desde la parte de arriba del pecho hasta el ombligo; cuando exhalamos la acción se encuentra sobre todo en el abdomen. Nuestra atención se concentra en estos movimientos. Seguir de forma consciente la respiración, es una forma de meditación en la que tratamos de convertirnos en uno solo con el movimiento.
Esta es la misma acción de la que antes hablamos. Quien domine esto puede dirigir su atención hacia cualquier clase de actividad.
Para producir una sensación buena y suave al respirar, estrechamos el flujo de aliento en la garganta, produciendo un sonido de respiración suave. Es como si existiera una válvula en la garganta, que cerramos un poco para controlar el aliento. La medida de este control es nuestro sonido que se va haciendo más suave y que a la larga, no requerirá de ningún esfuerzo ni provocará ninguna tensión. Después de dominar esta técnica, el sonido estará presente durante la inhalación y la exhalación. Esta técnica, ujjāyī, nos permite oír y sentir la respiración cuando se vuelve más larga y profunda.
La práctica de esta técnica tiene dos ventajas. La primera, estamos más cerca del flujo de nuestra respiración y así permanecemos más alertas durante la práctica del asana. La segunda, el sonido nos dice cuándo tenemos que parar o cambiar el asana. Si no podemos mantener el sonido suave, casi silencioso, entonces hemos ido más allá de nuestros límites en la práctica. Por lo tanto, una respiración correcta indica, en forma precisa, la calidad de nuestra práctica de asanas.
Otra técnica para estimular y profundizar nuestra práctica es alargar la pausa natural entre la exhalación y la inhalación y viceversa. Después de la exhalación sostenemos la respiración y detenemos el movimiento; hacemos lo mismo después de la inhalación. El lapso en el que retenemos la respiración es crucial, el cuerpo protestará si se detiene mucho tiempo, ya sea al inhalar o exhalar.
Para hacer esta práctica de manera segura, deberemos si verificar que, al retener la respiración, no se dañen de alguna manera la inhalación y la exhalación, Por ejemplo, es posible que mientras estamos practicando un asana de la manera usual, inhalamos en cinco segundos y exhalamos en el mismo periodo de tiempo confortablemente. Entonces podremos retener el aliento por cinco segundos después de la exhalación. Si en la siguiente inhalación notamos que necesitamos hacer la inhalación más rápido que antes, esa es una clara señal de que no estamos listos todavía para ejercitar esta técnica de retener la respiración. Si esto último nos exige mucho, la inhalación y la exhalación se verán afectadas en forma negativa. Asegúrese de estar listo para esta técnica antes de usarla. Recuerde que el yoga es una práctica que sirve para observarse a uno mismo, sin ningún juicio.
Puede ser que ejecutemos muy bien un asana y que nuestro cuerpo sea muy flexible, pero si no logramos integrar cuerpo, respiración y mente, no podemos decir que estamos haciendo yoga. Después de todo, ¿qué es el yoga? Es algo que experimentamos muy dentro de nuestro ser y no es una experiencia externa. En el yoga tratamos de poner en cada acción la mayor atención posible en lo que hacemos; es diferente al baile o al teatro. En el yoga no estamos creando nada para que lo vean los demás. Al realizar los diferentes asanas observamos al mismo tiempo, lo que estamos haciendo y cómo lo
estamos haciendo. Si no nos ponemos atención al realizar nuestra práctica, entonces no podemos decir que eso es yoga. 

Bibliografia: EL CORAZON DEL YOGA – T.K.V. Desikachar.

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