
Cuando nos sentamos y seguimos nuestra respiración, conscientes de nuestra inhalación y exhalación, estamos cultivando la energía de la atención plena.
Cuando comemos atentamente, invertimos todo nuestro ser en el momento presente y somos conscientes de nuestra comida y de quienes comen con nosotros.
Podemos cultivar la energía de la atención plena, sea lo que sea que estemos haciendo, cuando trabajemos o limpiemos, e incluso cuando tengamos intimidad con nuestro ser querido.
Solo unos pocos días practicando así puede aumentar nuestra energía de atención plena, y esa energía nos ayudará, nos protegerá y nos dará valor para volver a nosotros mismos, para ver y abrazar lo que hay en nuestro territorio.
Comentarios