Momentos de transformación.

Ante todo lo vivido en 2020 y en adelante nos vimos forzados a modificar nuestras rutinas, todos nuestros hábitos, costumbres, estudiar y capacitarnos, formas de compra y venta, alcance y comunicación cambiaron radicalmente. 

El desarrollo profesional de la enseñanza de yoga, aún en pleno despertar, sufrió un revés y de nuevo se confundió la entrega y la solidaridad con los recursos y el negocio. Los precios se desplomaron, los gastos aumentaron y la oferta creció como nunca antes. 

Ahora traspasamos ese incómodo proceso de adaptación donde hay que volver a poner las prioridades en su lugar y recuperar los estándares de calidad: no sólo en los alumnos y la enseñanza, sino también en los profesores.

No creo que mis clases de yoga deban llevarse toda mi energía. 
Les inyecto mucha pasión, me esfuerzo y me entrego, pero así mismo considero que mi pasión también debe pagar mis facturas, sostener mi vida y nutrir mis sistemas de ahorro y libertad.  
El crecimiento personal viene de la mano con el crecimiento empresarial. 

Y el gran bache que atravesamos los profesores es reconocer abiertamente que la enseñanza de yoga es un negocio. Con corazón, valores e inclusividad pero, como he dicho, también con rentabilidad.

He vivido todo lo que estás viviendo, he pasado por tus fases, he andado tu senda. 

Si algo me han dado estas décadas de enseñanza es perspectiva y conocimiento profundo de nuestro gremio: la capacidad de detectar que funciona y qué no, donde hay potencial y dónde hay que realizar cambios, y criterio para diferenciar tendencias y modas de planteamientos atemporales que dan base y funcionan. 

🧡Si quieres vivir de tu enseñanza necesitas perfeccionar no solo tus clases, sino también los sistemas internos que cimentan tu enseñanza, sobre todo la comunicación, las finanzas y la estrategia.🧡

Comentarios