Yoga en Esquel, Chubut.

Durante décadas, desde mediados del siglo XX cuando yoga empezó a hacerse más conocido en Occidente, era habitual y casi obligatorio por parte de quienes lo enseñaban que se dieran clases de prueba gratuitas debido a lo hermético de la disciplina y al desconocimiento que de ella tenía la comunidad.

En aquellos tiempos había desconfianza, ignorancia o temor por parte del común de las personas. Los maestros fundadores de las primeras escuelas abrían las puertas de sus ashrams para que el público general accediera a conocer yoga. Esa práctica se extendió junto con el desarrollo de la disciplina y de esta manera todo el mundo sabe que existen las clases de yoga gratuitas.

Estos y otros factores hacen que se confunda la idea del dar, de la compasión y del Karma Yoga con las demandas y necesidades de la vida en Occidente, en donde todo cuesta algo y el dinero lo atraviesa todo. Si las demandas de aquellos que exigen que yoga sea completamente gratuito fueran atendidas, en cuestión de una década (o menos) dejarían de tener la actividad disponible, desaparecerían las escuelas y los profesionales por tener que atender la necesidad de sustentarse económicamente de otra manera.

Todos los instructores, profesores o maestros de yoga (son certificaciones que se entregan en ese orden, con obligaciones y responsabilidades muy distintas) somos seres humanos, al igual que los estudiantes, aspirantes a yogui y practicantes. Todos somos eternos aprendices. Por eso es importante empatizar, ponernos del mismo lado y respetar las necesidades y el espacio de cada uno.

Quien dedica su vida a formarse, a mantener un espacio, a obtener recursos para compartir yoga, es un emergente de la sociedad en la que vive y ha tomado el rol de cultivar y transmitir para que otros puedan nutrirse a través de su trabajo.

Quien busca en yoga la ayuda y el camino para crecer como persona, para mejorar sus estados de ánimo, las sensaciones de su cuerpo físico, evitar caer en enfermedad y vivir con mayor plenitud, debe contar inevitablemente con la contribución de una guía profesional, y que mejor que tener tu maestro cerca y ser parr de sus sadhanas.

El respeto y la empatía de ambas partes crean, sin lugar a dudas, una relación sana y respetuosa, una sinergia positiva que ayuda a todos a convivir en armonía.

Si rompemos este equilibrio por ambiciones excesivas o por falta de empatía con el prójimo, estaremos deformando la pureza intencional que hace que yoga funcione realmente como un vehículo de crecimiento en el que cada uno puede encontrar su lugar sin exigencias ni abusos, cultivando juntos, desde el amor, el cuidado del otro, que al final termina siendo también el cuidado de uno mismo.

En Esquel, Chubut tenemos formación profesional de Yoga Integral.

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