Un estudiante de yoga tiene que buscar un profesor con la cualidades que menciono a continuación. Explican nuestra escrituras que hay tres tipos de profesor, puesto que hay tres tipos de alumno, y se los compara con la madre gata, la madre mona y la madre pez.
La madre gata toma a sus gatitos con la boca y se los lleva consigo allí a donde va; la cría de mono se aferra continuamente a su madre, y, por último, el pez, al carecer de parpados, tiene los globos oculares siempre alerta y atentos.
Algunos profesores imponen su voluntad a sus alumnos, como la madre gata, y hacen a sus alumnos dependientes como el pequeño mono que se aferra a su madre, mientras que el ultimo tipo de profesor les enseña a mantener los ojos y oídos muy abiertos para que puedan mejorar y así puedan seguirle. Estos son los tres métodos que se conocen.
De los tres, el ultimo es muy importante para los profesores, pues son ellos quienes han de asumir la responsabilidad. El profesor debería filtran y purificar su sadhana para poder guías al alumno y encargarse de que haga, rehaga, aprenda, desaprenda y vuelva aprender hasta que ambos consigan la perfección. El termino técnico “perfección” significaba antiguamente práctica “divina”. Eso es lo que el alumno debería ver en un profesor, y el profesor en el alumno. Debería haber una íntima interacción entre el que enseña y aquel a quien enseña.
No hablo como académico de yoga y otros temas asociados. He practicado yoga hasta la extenuación, sin escatimar jamás sudores ni esfuerzos, indiferente al sufrimiento y al dolor. Ser profesor de yoga quizá sea la experiencia más ardua que una persona pueda vivir. Puede ser un regalo o una maldición, dependiente de si la contempla desde una perspectiva positiva o negativa.
Si la perspectiva es positiva, será gratificante, mientras que una actitud negativa acarreará un sentimiento de frustración e impedirá la evolución, el crecimiento del profesor. Y si un profesor no crece, hablamos de una derrota autoinfligida. Los profesores tenemos que crecer inmensamente en talla y en perspectiva, y eso depende de que seamos profesores sinceros y trabajemos desde lo más profundo de nuestros corazones para moldear la mente de los alumnos.
Un profesor de yoga ha de intentar ser continuamente su propio crítico. Es algo sobre lo que he reflexionado y escrito extensamente en el capítulo titulado “De los profesores y la enseñanza” en El árbol del yoga.
El arte del yoga es enteramente subjetivo y práctico. El profesor de yoga tiene que ser consciente del funcionamiento del cuerpo humano en su totalidad, de los variados patrones de comportamiento de las distintas personas, de cómo interactúan y reaccionan a la enseñanza mientras el moldea sus cuerpos y sus mentes con actitud protectora. No solo ha de ser fuerte y positivo en su manera de actuar, y afirmar su posición y autoridad, basadas en su práctica profunda, sino que tiene que estar dispuesto a ser aprendiz toda su vida, valiéndose de una contemplación reflexiva de lo que está haciendo y de cómo está cambiando. Además de ser Casto y Calmado, cualidades que nacen de la integridad y el carácter, debería tener Coraje y ser Cándido, Claro, Certero, Confiado, Combativo, Cauto, Constructivo, Consciente, Comprometido y Crítico. Todos estos atributos deben acompañar a su perspectiva afectuosa y audaz, y entonces el profesor transmitirá alegría a sus alumnos y les elevará la moral. Por otra parte, tiene que aprender a dar a su intelecto un giro hacia la espiritualidad, pues solo así podrá ayudar al alumno a volverse hacia su interior y a tener un vislumbre de la super consciencia, el alma.
El yoga es una ciencia y filosofía espiritual, y esto nos exige tener un cuerpo y una mente en óptimas condiciones; como el jinete, el profesor ha de tener la actitud correcta para saltar los obstáculos que encuentre en su viaje eterno. Solo eso le ayudará a conseguir claridad de inteligencia y una mente pura. A menos que un profesor sienta en sí mismo la suprema fuerza de la paz, la alegría y el deleite como fruto de su sadhana.
¿Cómo convencerá a sus alumnos del valor del yoga? El profesor tiene que ser un auténtico alumno y, a la vez, un auténtico gurú que haga desaparecer la oscuridad y conduzca a sus alumnos hacia la luz.
Citando a Rabindranath Tagore “La mecha ha de arder no para menguar, sino para iluminar la lampara”.
Podría hablar interminablemente sobre los atributos que transforman a un profesor en gurú. Como profesor de yoga, quiero que todos los profesores sean veraces y enseñen lo que de verdad sabe; que acepten sus limitaciones en vez de utilizar los cuerpos, las mentes y las almas de los demás como conejillos de indias al tiempo que se protegen a sí mismo, sin trabajar sobre sus propios sí-mismos. Este debe ser el criterio por el que ha de medirse el profesor a fin de que se mantenga la pureza prístina del yoga.
Un alumno debería aprender únicamente de aquel profesor que demuestre tener todas las cualidades que he listado con “C” mayúscula en este párrafo.
(Del libro La esencia del Yoga-Volumen VI-B.K.S. IYENGAR).
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