Calmar la mente de mono.

Frente a la paz interior de concentración absoluta en el momento, aparece un estado más común en el que la mente no para. En la mayoría de las personas, la mente pasa sin cesar de un tema a otro, nos comenta sin interrupción cómo van ocurriendo las cosas, intercalando aparentemente al azar un torrente de pensamientos: miedos, listas de tareas por hacer, fragmentos de letras de canciones, fantasías sexuales, imágenes de los medios y recuerdos dispares. Esto es lo que los yoghis llaman “mente del mono”. Es como si fuese un niño hiperactivo, saltando de un pensamiento a otro, sin concentrarse nunca en algo por mucho tiempo. Gran parte de lo que llena la mente del mono son samskaras mentales: pensamientos repetitivos, automáticos, sobre lo que tememos, deseamos u odiamos. La mente del mono casi nunca presta atención al momento actual. En vez de eso, está obsesionada por resentimientos pasados, reviviendo viejos éxitos, preocupada por el futuro o fantaseando sobre cómo sería con una vida diferente.
Cuando pasas todo el tiempo escuchando tus surcos interiores, no puedes prestar toda la atención al presente. No oyes lo que tu mujer acaba de decirte. No saboreas del todo la comida. Estás casi literalmente ciego. Como mucha gente nunca ha experimentado otra cosa, creen que un diálogo interior constante es lo normal. Otros pueden no darse cuenta conscientemente de lo a menudo que se pierden en su mundo interior de pensamientos. Para explorar todavía más esta idea, por favor, intenta realizar este sencillo ejercicio de meditación.


EJERCICIO EXPERIMENTAL: MEDITACIÓN SOBRE LA RESPIRACIÓN. Siéntate erguido, en el suelo o en una silla. Si no te puedes sentar, túmbate boca arriba. Cierra suavemente los ojos y comienza a seguir tu respiración, pero no hagas ningún esfuerzo para cambiarla. Intenta no dormirte. Presta atención al sonido de tu respiración al inspirar y espirar.
Siente cómo el aire roza el interior de tu nariz. Presta atención a toda la inspiración hasta que termine y comience la espiración. Localiza el momento exacto de transición. Céntrate en los detalles más pequeños de cómo notas la respiración en las aletas de la nariz y escucha el sonido que hace. Siente si tomas y sueltas el aire con la misma suavidad y duración. Si notas que tu atención vacila, vuelve a centrarte en la respiración de nuevo. Continúa con este ejercicio de dos a cinco minutos.
Una vez que hayas terminado, piensa en cómo ha ido el ejercicio. ¿Has sido capaz de mantener tu atención en la respiración? ¿Estaban tus pensamientos cerca? ¿Estabas pensando en un dolor de espalda o en que te picaba la nariz? ¿Se ponía tu mente a pensar en qué tienes que hacer dentro de un rato o mañana? ¿Estabas evaluándote a ti mismo?
Si tu mente iba por su cuenta durante el ejercicio, no te preocupes. Estás bien acompañado.
La mente de casi todo el mundo es así siempre. Sólo cuando te sientas, cierras los ojos e intentas concentrarte lo ves claramente. Muy pocas personas son capaces de mantenerse concentradas en una sola cosa ni siquiera durante una única inspiración. Una de las ventajas de este ejercicio de meditación es que cuando intentas tranquilizarte, ves claramente lo ocupada que está tu mente.
Los hombres modernos se pasan la mayor parte de la vigilia en el mundo de las palabras y los conceptos. Son aspectos importantes, sin duda, pero con el yoga puedes aprender que no deberías pasar todo tu tiempo allí. El yoga enseña que el tú verdadero se encuentra más allá de la interminable corriente verbal. No se trata de que vayamos a abandonar todo pensamiento racional. Tan sólo tratamos de ser capaces de apagarlos durante períodos de tiempo breves para poder sintonizar con la experiencia directa y el ser no consciente de nosotros mismos que se encuentra bajo la superficie. Los antiguos yoghis inventaron una serie de técnicas que disminuían la distracción del desfile verbal constante de forma que la mente pudiera ser más clara y perceptiva.
Para la salud, además de distraerte y hacerte sentir a veces abatido, la mente del mono se ocupa de mantener el sistema nervioso simpático activado, que es justo lo contrario de lo que la mayoría de la gente en el mundo moderno necesita. Los sentimientos de calma, unión y sentido que experimentamos cuando vivimos el presente suelen inclinar la balanza hacia el sistema nervioso parasimpático, deshaciendo potencialmente parte del daño.

Del libro YOGA Y MEDICINA – Timothy  McCall.

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