En toda la India, en la Luna llena del mes de Chaitra (Chaitra Shukla Purnima) se celebra el nacimiento del Señor Hanuman, el Dios Mono, símbolo de fuerza, devoción, autodominio, e inspiración para todos los hindúes del mundo. Seria para nosotros, en occidente, mediados de Abril aproximadamente.
Hanumân, el señor de los monos, es uno de los pocos dioses del hinduismo al que se adora en todas las castas y todas las sectas. Se le admira por su fuerza, su erudición, su sabiduría, su humildad y, en general, por sus muchas virtudes. Simboliza la devoción a lo sagrado, la incorruptibilidad y la rectitud.
Según la mitología hindú, el templo que corona la colina de Anjanadri fue el lugar donde nació Hanuman, el dios mono.
Era un erudito que había dominado, sobre todo, las seis escuelas de gramática. Sabía los cuatro Vedas y los seis Shastras.
El Gita dice que un erudito es el que ve la misma fuerza divina motivando a todos. Hanuman era un buen ejemplo de esta perspectiva. Él no se enorgullecía de lo mucho que sabía; era la expresión misma de la humildad, nacida de una genuina sinceridad y sabiduría. Él se daba cuenta de que el principio de Rama estaba iluminando a todo ser, y lo adoraba por encima de todo. La visión de Rama eliminó todos sus pecados, el hecho de tocarlo consumió todas las consecuencias de sus actos en vidas pasadas, y su conversación inundó su mente de alegría. Ésa es la experiencia de todos los que reciben el impacto de la Divinidad.
Hanuman se volvió el mensajero de Rama, captando el significado y propósito de las órdenes, las llevaba a cabo en su totalidad hasta que se hubiera cumplido el propósito.
Hanuman es, para empezar, el símbolo de la devoción. Uno podría preguntarse por qué Hanuman es escogido entre todos los protagonistas del Ramayana para encarnar esta virtud. Hay grandes héroes en el Ramayana que hicieron también grandes proezas por Rama. Sugriva, el rey de los monos, prestó su ejército a Rama y mató a muchos peligrosos demonios; Vibhisana, el hermano de Ravana, abandonó a su propio hermano y aconsejó a Rama para vencer en la batalla; Angada, el príncipe de los monos, se enfrentó al mismo Ravana y derrotó a todo el ejército de demonios. Pero, he aquí la diferencia entre estos grandes héroes y Hanuman. Por su ayuda a Rama, Sugriva recuperó el reino de Kishkindha, que le había sido arrebatado por su hermano Bali; Angada fue coronado como sucesor de este reino; Vibhisana, tras la muerte de Ravana fue nombrado rey de Lanka. Todos obtuvieron algo a cambio de sus servicios. Pero Hanuman no pidió nada. Todo lo que él deseaba era servir a su Señor. Por ello, Hanuman es el símbolo de Eka-Nishta, o la devoción unidireccional, sin deseo de recompensa. Él es el verdadero Karma Yogi, pues no realiza sus acciones por recompensas mundanas, ni tampoco divinas. Ni siquiera desea la Liberación. Su único deseo es complacer a su amado Señor. Esta es sin duda la quintaesencia de la devoción.
Jaia Hanuman.
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