Sanar el corazón.

Cuando la madre o el padre arrastran carencias emocionales de la infancia y no saben hacerse cargo de las necesidades de su niño/a interior, inconscientemente buscan recibir de sus hijos aquello que les faltó.

Tratan de colmar sus carencias a través de los hijos. Esperan demasiado de ellos; quieren que los hijos les llenen y les hagan felices. 

Parece natural, pero no lo es, porque se revierte el flujo natural de la vida: los padres dan y los hijos reciben; los grandes cuidan a los pequeños, así es en todo el reino animal. El amor y la vida fluye hacia delante.

Cuando los padres esperan que los hijos les hagan felices (o sea, se hagan cargo de sus necesidades emocionales), las expectativas parentales son una carga muy pesada para los hijos. Tener que hacer feliz a la madre o al padre, reprimiendo su naturaleza esencial para complacer a los progenitores, les alejará de su verdadero ser, de su propio camino y de su realización personal. 

Además, haga lo que haga el hijo/a, nunca será suficiente. El hijo/a, por amor, hará un gran esfuerzo para intentar hacer feliz a su progenitor, pero ese impulso le alejará de si mismo/a y le generará un gran vacío interior. Porque, en lugar de recibir el amor que necesita para crecer y desplegar su potencial, se vacía entregando su energía a una misión imposible de colmar.

🌷Extracto del libro: 'Sanar el corazón'. Ketan Raventós Klein.

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